El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave, crónica y recurrente que se caracteriza básicamente por una alteración de los mecanismos fisiológicos que regulan el estado de ánimo. Su tratamiento fundamental se basa en los psicofármacos. Además, hay otros tratamientos coadyuvantes de tipo psicoeducativo cuyos objetivos principales son dar información sobre la enfermedad para conseguir una mayor aceptación de la misma y de la necesidad de tratamiento. Estos tratamientos están basados en el modelo biopsicosocial, proporcionan a la persona una comprensión teórica y práctica acerca de su enfermedad y hacen hincapié en que el paciente pase a ser parte activa en la evolución favorable de su enfermedad.
Debido a la gravedad del trastorno, raramente puede tratarse sin medicación ya que es necesario estabilizar el estado de ánimo del paciente de manera crónica. Hay diferentes fármacos para tratar la el trastorno, entre los más conocidos están el litio, la carbamazepina o el valproato.
Aunque a lo largo de los diferentes artículos veremos que hay diferentes tipos de trastornos bipolares, hay dos fases claramente distinguibles en la mayoría de las personas con la enfermedad: la manía y la depresión. En la fase de manía, la persona tiene un estado de ánimo eufórico que le puede llevar a hacer grandes gastos hasta el punto de endeudarse, dormir muy pocas horas o sentirse muy enérgico. En la depresión la persona no tiene energía, su estado de ánimo es muy bajo, llora con frecuencia o siente que su vida no merece la pena.
Es común que el trastorno se diagnostique alrededor de los 20 años y lo padecen en igual proporción hombres y mujeres. Otra característica remarcable del trastorno bipolar es que es una enfermedad heredable y cuando un familiar padece el trastorno hay mayores probabilidades de que otra persona de la familia también lo sufra. Por este motivo se dice que los factores genéticos son una de las causas más comunes de esta enfermedad. Sin embargo, los factores ambientales también tienen un peso importante. El uso de tóxicos o diferentes fármacos puede desencadenar que el trastorno se inicie o se tenga una recaída.
A lo largo de los diferentes artículos veremos que es frecuente que el trastorno no se dé solo y que la persona que lo sufre también tenga otros trastornos mentales. Asimismo, también son frecuentes las enfermedades médicas como la diabetes, la obesidad o la migraña.